Relato humorado de um dia de caça
"Montería
Todos los años organizo una montería para mis amigos. Les habilito la Casa de los Cazadores, en la que Papá se montaba sus juergas de hembrero de cumbre alta, y los trato a todo plan.
Cazan en La Manchona, el cuartel serrano, sin límites y sin pagar un euro. No entiendo a los propietarios de fincas que les sale el dinero por las orejas, como a mí me sucede, y cobran a sus amigos cantidades desorbitadas por ocupar un puesto montero.
Desde que Modesto, el guarda mayor, salió del armario y vive con su novio senegalés, ha cambiado su estética y se ha hecho un uniforme extravagante para los grandes días. El color de la pana vuela del salmón al rosa, y cuando le dije que ese color no pegaba nada con un guarda mayor, me respondió que se lo hizo así para no turbar a los flamencos que abundan en los remansos del Guadalmecín y en la albariza de los juncos. Pero una cosa son los flamencos y otra muy diferente los venados y los cochinos.Y los venados y cochinos reaccionan al uniforme de Modesto con terror, y entran a los puestos con una facilidad asombrosa. Gracias al tono rosaasalmonado de Modesto, se han matado más reses que nunca. Sesenta cochinos y más de cuarenta venados. Pero esto va a significar una revolución en nuestros campos. Todos mis amigos que tienen fincas han decidido uniformar a sus guardas de rosa, dado el éxito de mi montería.
Sólo un incidente. La querida de Totó Solatorre se ha presentado con un perro afgano poco acostumbrado a los tiros. Y cuando Totó ha disparado al primer cochino, ha escapado a todo correr del puesto, llegando con la lengua fuera a la traviesa que ocupaba Chocholo Rocaplana, el cual, confundiéndolo con un venado, le ha disparado precipitadamente dejándolo más seco que la mojama. Los llantos de la amante de Totó al ver a su perro muerto –al que llamaba “Mimú”–, han entristecido mi ánimo. Hemos enterrado entre todos al pobre “Mimú”bajo un precioso alcornoque, mientras Chocholo, el involuntario asesino, se disculpaba. Y ahí ha tenido razón la chica, cuando le ha preguntado a Chocholo si “había visto muchos venados con lazos carmesíes sobre las orejas”. Este Chocholo es de lo que no hay. La pobre mujer, que responde al nombre de Nurita, estaba inconsolable, y sólo ha sonreído cuando Totó le ha prometido, en desagravio, comprarle un barco para el próximo verano. Sabia decisión que Nurita ha agradecido con un morreo a Totó que nos la ha puesto morcillona a todos.
Hoja de montería. Cochinos, 61. Venados, 43. Zorros, 7. Afganos, 1.
Y Modesto, de rosa salmón".
Tiempo, 1294, del 9 al 15 de feverero de 2007, crónicas de Sotoancho, Alfonso Ussía
posted by rjms @ 11:35 da tarde
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